Yo soy así, siempre. Nunca me ha gustado dejar ese tipo de cosas inacabadas. ¿Tú me entiendes? No me mires con esa cara. Yo sé que tú constantemente me has hecho saber que soy una persona rara, y en cierto sentido tienes razón, porque, mira, no se trata sólo de satisfacer una necesidad psicológica, como dicen esos psicoanalistas por ahí, no, como si yo fuera ferviente practicante del sadismo. Es que me molesta cuando me quieren coger como ratita de laboratorio y dejarme como idiota, sintiéndome mal conmigo. Te pongo un ejemplo… ¿Recuerdas lo que te hizo el tipo ese, que ni voy a mencionar su nombre, cuando te vino con esa de que era soltero y después que estaba casado? Bueno, sí, está bien, sé que no es lo mismo, que al final se enamoró de ti, pero en el fondo, y no me vas a negar eso, él también como que tenía algo de malicia al principio, y yo te lo decía y tú no me hacías caso. Pero no hablemos de eso. El caso es que hay veces donde mejor es estar clarito como el agua. Por eso yo se la puse en fa a esa señora, que a mi nadie me usa así nomás, Marta, y no digo que a ti el tipo te usó, para nada, no me refiero a eso, pero a esta señora… ella fue la que me pidió personalmente que la ayudara en la tienda, que me iba a pagar cinco mil pesos mensuales, y, ¿Cuánto duré sin tener ni un Duarte en los bolsillos, dime? Que hasta a ti misma te pedí dinero prestado porque no tenía ni para el pasaje. Te digo, un día me cobre mis tres meses trabajados, me le llevé unas cuantas prendas por honorarios, cerré la tienda y me largue con la única llave, ¿Eso es ser mala, Marta, dime? Por eso te digo, yo me vengo y me voy, yo no estudié de balde, Marta, a mi nadie me coge de pendeja.