NIÑA DE MIS OJOS

¡Cómo puede ser posible, Niña!
De mis ojos,
de mis ojos escépticos,
de mis escépticos ojos.

Tú, que siempre fuiste,
-o te hacía yo-
tan innovadora,
tan, tan... espontánea,
de sentimientos,
de emociones,
si acaso palabras.

(¿Palabras dije?
¡Qué desenfado!).
Nos faltan,
sí, niña,
nos faltan palabras.

Con que desafecto me hablas,
-o me escribes-
¡y te engañas!

No sientas la necesidad,
niña tonta,
niña de mis ojos,
de mis ojos escépticos,
de mis escépticos ojos,
de decirme lo que a todos dices.

No pongas en mis manos,
en mi boca,
en mis ojos escépticos,
en mis escépticos ojos
lo que nunca podrás hacerme creer.

Recuerda que fui yo
quien quiso
que aprendieras
a hablar de esa forma.