Y yo entre los colmillos de este mundo,
Sin yuca y sin relámpagos,
Con este sexo absurdo, debajo del ombligo,
Que sólo alcanza para un precoz, fugaz y apacible
Cosquilleo en el yo, en la persona, en el ego.
Sondándome, dominicante,
Sobre una tierra gris y hormigonada,
Con mis pies armados y la cabeza abarrotada
De tantas cosas posibles que aún no visto y pienso
Como una maquinita inapagable hasta la muerte.
Me probaré la máscara,
Es decir, la locura,
La que he elegido a favor del universo,
Y sin excusas.
Ya no soporto,
Ni esta tambora
Ni esta güira
Pateándome sin ritmo todos los días en el culo.
El miedo es egoísmo primitivo
Y eso lo sabemos los del medio,
Los pobres infelices de la retaguardia.
Y los que tengan hambre
O breves hastíos de sí mismos,
Que se coman sazonados sus cerebros
Con toda la ignorancia del orgullo.
Es más,
-y ya no sé si más que menos-
Me declaro, desde hoy y hasta el disparo,
Postmoderno, Socialista, Independiente.