“¿Alguien puede encontrarnos el lugar perdido?”
Decía yo, con mi miedo involutivo.
La melodiosa música,
Llegaba desde arriba, anunciando algo con su güira
Mientras, monstruos salvajes y folklóricos
Adornaban presurosos a la joven criatura aún encu-nada, y…
“¿Qué lo que?”.
¡Bienvenidos!
Este es el sitio, aquí dejamos nuestros sueños
Cuando decidimos hace siglos olvidarlo todo.
No pudimos ser negros… ni quisimos
Ni nos dejaron ser blancos, taínos.
Corredores tropicales
Gritos y alaridos
Y en el bosque
El mito volvía a embrujarnos nuevamente.
La serpiente, intempestiva, inoportuna
Como siempre, llegó con sus risas al encuentro:
“Yo soy la libertad,
Soy el bien y el mal en vuestras vidas;
Por poneros de ejemplo,
Vosotros, ¿acaso hacéis lo que decís después de que lo pensáis?”.
Bosch, Che, Balaguer
Lejos Libertad
Entre los restos de una momia precolombina
Y el amor, postmoderno
Desnudando todos los errores y misterios
Fue el viento perdiéndonos de vista.
Antes de que, en el vasto silencio,
Cuando nos perdíamos en las calles de la historia
Nuevamente
La voz, al fin lo despedazó todo…
(Ce/o/eñe/o):
“¡Coño!”
La única solución, parecía sorprendente:
Revolución…
U olvidar.
“¿Quiénes somos?”.