desgatándote de a poco en el desagüe
y los vestigios del atardecer incauto
que nos dejó el sol con su poniente
me llevan a calcular
por entre más o menos
qué sé yo, así sin prisa
si es el futuro
girando, por cierto, siempre hacia atrás
el que sitúa, increíblemente intacto
cada vez que lo recuerdo
tu cuerpo mojándose en la ducha
para que mi instinto le pida más pasión
o una caricia
Me estruja tanto, contra espejuelos, insisto
no poder despedazar este romance
entre mi inercia
que se desgaja en el pliego cortés
y mi sonrisa irreflexiva de domingo eterno
que se desplaza conmigo
a donde quiera que voy
Aquí están
mis labios, mis dedos, tu espalda
y "qué le hacemos", "¡viva el rey!"
ya he estado un poco loco antes, lo sabrás
Bueno, me das la mano y...
ya, ¡basta!
que es cierto que tu sonrisa
de vez en cuanto
me hace olvidar los dolores inconclusos
que se esconden en mi esencia fragmentada
Un verso de Cortázar, por ejemplo
cortándome a contra pelo en el insomnio
o en la duda equivocada y turbulenta
dragando sagazmente en las ausencias y las horas
nada fácil, lo he sabido
De pronto me llamas despacio
hacia donde revuelves las tramas y los colores
tu lugar favorito, o el de los dos
sin que yo pueda pagar por las cenizas
y las locuras, expiradas luego con el tacto
es decir, a enredarme en tus pieles
a sumergirnos lentamente
en los dorsos convexos donde nuestros duendes encallan
Y después al rato te irás, como te irás hoy
musa huraña y pequeña
surtiendo con tus miedos todas las alquimias
y con la pasión, tantas veces mezclada
seguramente, aquí tú también dudarías
si te dijera
con olvido, humanidad y nostalgia...
dónde diablos estará mi cigarro
dónde diablos estará mi ciudad
Alcanzarán para dormirme estas sinfonías.
Federico Enrique
Abril, 2008