Que tristeza, Irene
Que triste dejarnos caer en estos vacíos tan desiguales
Porque ya no nos vemos una en el otro ni viceversa
Ni tú conmigo ni yo contigo ni yo ni tú, ningunos
Nuestros espejos son ya muy pequeños
Y ésta existencia demasiada amplia
Ahora nos quedará en el recuerdo una herida incurable
Nada volverá a meternos en la vidorria nuevamente, Irene
Además, ni siquiera entramos aunque estuvimos dentro
Yo estuve y tú, pero cada cual por su lado hasta el extremo
Nuestros tiempos, Irene, ya murieron de sed y hambre
Y nuestros cuerpos ya no se necesitarán jamás
Aunque permanezcan unidos para siempre hasta la muerte.