De esto no nos queda mas que besos que olvidaron regalarse,
Una flor amarilla, tísica, una flor fiebre.
A mí por lo menos me queda pulmón, saliva
Y las ganas inmensamente hermosas de matarme
(De matarme).
A ti ¿que te quedó?
¿El sabor que te dejó en la boca la resaca de la mañana, qué?
Por lo menos a mí me quedó (me quedan) los zapatos debajo de la cama,
Aquéllos que me regaló una vieja de la que nunca olvidaré
sus ojos como cuchillos en el silencio
Y su piel del color al que sabe una miga de pan.
¿Y a ti qué te queda?
¿Abrazos que llegaron tarde?
¿O la mezcla de la sangre de tu luna con mi esperma?
¿No te queda odio de camarones, odio de burro, odio de odio?
Por mi parte aún guardo las tres serpientes que me diste cuando empezó el diluvio;
Las (re)tengo empapadas en las sienes, ahorcándome la razón este retrazo inmóvil.
Pero, ¿Y tú? ¿Qué guardas tú? ¿Qué te quedó a tú?
¿Te llevaste el lápiz labial con que rallamos las paredes de “Imagine”,
Mientras que.
¿Pero, y tú... Qué “Imagine” tú? ¿No “Imagine” nada? ¿No “Imagine all the people”?
A mí me quedó (me quedará) una tristeza colgada de la camisa de cuello roto...
(Es el destino de todas las camisas)
Y su piel del color al que sabe una miga de pan.
¿Y a ti qué te queda?
¿Abrazos que llegaron tarde?
¿O la mezcla de la sangre de tu luna con mi esperma?
¿No te queda odio de camarones, odio de burro, odio de odio?
Por mi parte aún guardo las tres serpientes que me diste cuando empezó el diluvio;
Las (re)tengo empapadas en las sienes, ahorcándome la razón este retrazo inmóvil.
Pero, ¿Y tú? ¿Qué guardas tú? ¿Qué te quedó a tú?
¿Te llevaste el lápiz labial con que rallamos las paredes de “Imagine”,
Mientras que.
¿Pero, y tú... Qué “Imagine” tú? ¿No “Imagine” nada? ¿No “Imagine all the people”?
A mí me quedó (me quedará) una tristeza colgada de la camisa de cuello roto...
(Es el destino de todas las camisas)
En fin, una tristeza que piensa que ese es su destino y no se mueve.
A ti…
¿Acaso te quedó tachada en la memoria la agonía de cada colilla de cigarrillos,
Que muertos de ansiedad nos brindaron la calma
Después de un suave (y áspero) recorrido por tu pelvis?
Me quedaron tobillos, pelos, axilas, botellas vacías, llenas de nada.
Me mezclo con ellas, me confundo.
A ti…
¿Acaso te quedó tachada en la memoria la agonía de cada colilla de cigarrillos,
Que muertos de ansiedad nos brindaron la calma
Después de un suave (y áspero) recorrido por tu pelvis?
Me quedaron tobillos, pelos, axilas, botellas vacías, llenas de nada.
Me mezclo con ellas, me confundo.
Me hago indiferente conmigo
Y a veces sinmigo o viceversa “o también viceversa”.
¿Y si me dices que te quedó la sombra de un llanto, o?
¿Te llevaste mis ojos?
¿Te llevaste esta voz con arrugas que sube desde el fondo de los días?
¿Te llevaste, en fin, te llevaste (a ti)?
Me pregunto:
“¿Qué me queda (que me quedó)?”
Entonces me respuesto:
“Me queda este contento de estar solo en esta media isla.
Me quedó (ya no me queda)
Una bombilla azul que guarda en su luz un quejido de gato (o gata),
Como quieras llamarle.
¿No me dices (entonces) con qué te quedaste, entonces?
¿Y los libros de infancia, los tienes?
O sea, ¿te llevaste el dolor (mi libro favorito)
el que siempre está abierto, el que siempre esta re/cién/a/bi/er/to?
Me quedó en la memoria el vuelo de una mariposa,
Condenada a mí.
Esto que me queda, no son mas que raíces en las venas,
Cabellos tuyos con olor a cenizas de un jueves.
Sabores dulces de caídas hacia arriba,
De golondrinas rojas.
Sólo por metiche: ¿Te llevaste los platos sucios que dejó el olvido,
Las imágenes, aquellas, las de siempre, las que nunca salieron de nosotros?
Me quedas tú colgada de un barranco, aguardando el suicidio de los grillos al sol,
Masticando mis sienes, haciéndome escarabajo, haciéndome rana.
¿Qué me dices: qué te quedó de lo que no te quedó?
¿Qué otra burla fatal escondiste en la música de tus tetas?
(Perdón, de tus senos)
Qué otra suerte nos traerá el azar con su juego maldito de camisas planchadas
Y corbatas que cuelgan del cuello de los muertos.
Tal vez me quedaron las caricias de guantes, las que nunca salieron de tus dedos,
Las que nunca me diste, las que comí como un ingenuo, como un cristiano.
Me quedó polvo de nube, o manos que estrechan las mías y se pudren.
Me queda el corazón (o algo así) agusanado y aguardando taquicárdico
En mi lado donde tengo el lado siniestro.
Me queda (ó) (rá) tu ternura llena de tecnología por dentro,
(Que es el único lado que tienes)
Me quedó un recuerdo olvidado (que al instante de recordarlo… lo olvidé).
Me quedaron palabras (ley del poema).
¿Por lo menos te queda mi figura esquelética, este caparazón de tristeza que soy?
Irene, que nos quedó.
Que nos quedó, Irene.
No sé... (después de tanto camino, después de este adelanto hacia atrás)
... ¿Si me quedaron cosas llenas de pudor o de riñones?
No lo sé, ni quiero saberlo. (¡Gracias, muy amable!)
Lo que si sé, y, estoy seguro, es que te quiero, aunque no sé si existes.
Y a veces sinmigo o viceversa “o también viceversa”.
¿Y si me dices que te quedó la sombra de un llanto, o?
¿Te llevaste mis ojos?
¿Te llevaste esta voz con arrugas que sube desde el fondo de los días?
¿Te llevaste, en fin, te llevaste (a ti)?
Me pregunto:
“¿Qué me queda (que me quedó)?”
Entonces me respuesto:
“Me queda este contento de estar solo en esta media isla.
Me quedó (ya no me queda)
Una bombilla azul que guarda en su luz un quejido de gato (o gata),
Como quieras llamarle.
¿No me dices (entonces) con qué te quedaste, entonces?
¿Y los libros de infancia, los tienes?
O sea, ¿te llevaste el dolor (mi libro favorito)
el que siempre está abierto, el que siempre esta re/cién/a/bi/er/to?
Me quedó en la memoria el vuelo de una mariposa,
Condenada a mí.
Esto que me queda, no son mas que raíces en las venas,
Cabellos tuyos con olor a cenizas de un jueves.
Sabores dulces de caídas hacia arriba,
De golondrinas rojas.
Sólo por metiche: ¿Te llevaste los platos sucios que dejó el olvido,
Las imágenes, aquellas, las de siempre, las que nunca salieron de nosotros?
Me quedas tú colgada de un barranco, aguardando el suicidio de los grillos al sol,
Masticando mis sienes, haciéndome escarabajo, haciéndome rana.
¿Qué me dices: qué te quedó de lo que no te quedó?
¿Qué otra burla fatal escondiste en la música de tus tetas?
(Perdón, de tus senos)
Qué otra suerte nos traerá el azar con su juego maldito de camisas planchadas
Y corbatas que cuelgan del cuello de los muertos.
Tal vez me quedaron las caricias de guantes, las que nunca salieron de tus dedos,
Las que nunca me diste, las que comí como un ingenuo, como un cristiano.
Me quedó polvo de nube, o manos que estrechan las mías y se pudren.
Me queda el corazón (o algo así) agusanado y aguardando taquicárdico
En mi lado donde tengo el lado siniestro.
Me queda (ó) (rá) tu ternura llena de tecnología por dentro,
(Que es el único lado que tienes)
Me quedó un recuerdo olvidado (que al instante de recordarlo… lo olvidé).
Me quedaron palabras (ley del poema).
¿Por lo menos te queda mi figura esquelética, este caparazón de tristeza que soy?
Irene, que nos quedó.
Que nos quedó, Irene.
No sé... (después de tanto camino, después de este adelanto hacia atrás)
... ¿Si me quedaron cosas llenas de pudor o de riñones?
No lo sé, ni quiero saberlo. (¡Gracias, muy amable!)
Lo que si sé, y, estoy seguro, es que te quiero, aunque no sé si existes.
Joaquin Castillo
Agosto 2oo5.
