El miedo es egoísmo primitivo, digo yo. El valor es no querer ya nada y, sin embargo, poder tener y obtenerlo todo. La conservación o no de lo obtenido, dependerá del "valor" que se tenga para desprenderse de ello e ir a por otras "cosas". Como si el miedo fuese el juego ¿comprendes? La materialidad, el ego (que es el mismísmo yo agigantándose) se entrelazan, como si hiciéramos consciencia de que todo es uno transformándose inevitablemente. Luego el absurdo... moverse hacia ¿dónde? ¿para qué? ¿por qué? Entonces comprendes que la cuestión es decidir, constantemente, ¿cuándo?
La otra cuestión es lo querido, pero de todas formas, conciente o conscientemente, igual no se desquiere hasta que no se anhela otra "cosa". Y el yo, cuando ya es ego, suele querer mucho.
Un regalito desde la isla.
