Quién hubiera sentenciado
hace algún tiempo
que llegaríamos ociosos hasta aquí
vivos e ingenuamente recluidos
Ya no habrá inviernos
escudriñando las oleadas contraídas
que se ocultaban tras los secretos del placer
de nuestros miedos infantiles
Hagámoslo diferentemente ésta vez, nena
la muerte es pequeña y frágil
Ya no habrá puertas entreabiertas
esperando dislocadas a ser atravesadas por nosotros
ni húmedos e inmaculados cementerios
con sus antiguos sepulcros agrietados
Los versos del deber silenciarán taciturnos
en la hora en que aúllen su himno los perros de la noche
desvístete en la luna, admirable e instintiva doncella
Adonis ha sido visto jugando por entre los jardines
después de agotar impávido su último descanso
Abordemos la profunda melodía
mientras concluya resuelto el perfecto instante
Nuestro verbo accidentado
emancipará vagamente nuestros temores
y ya no habrá ningún sueño eterno detrás de nuestros párpados
al caer sobre su lecho la última existencia
Dancemos colocados nuestro baile ancestral
Hermanos y Hermanas de la media luz
En ese provisional lapso en que destruyamos
sólo podremos caer.