Percibo bien. Algo humano se mueve ahí delante, pero lo que está detrás suyo me exclama, me excita, me convida a transmutarme y liquidarme contra ella (o él o ello), contra eso que aún no sé lo que será. Quisiera entrar allí atravesándolo. Es húmeda la imagen que presenta. Como si fuese una pared blanda, de cristal recién derretido. ¿Aceptará mis huesos esa puerta, esa otra cosa? Me pregunto. Y me reconozco tentado a hundirme en lo que esconde. Aunque he de quedarme por ahora de este lado, del lado de acá de la vida, de éste que prefiero, aunque tampoco sepa exactamente lo que es.